domingo, 24 de mayo de 2009

Sin complejos

¿Quién dices que eres?


Uno es lo que es. Y, a veces, algunas, muchas, ni eso.

Uno es donde nació y el nombre y los apellidos que le (im)pusieron. Uno es también el nombre que hubiera querido tener y el alias.

Uno es sus primeros pañales y será su mortaja (y ninguna las elegimos).

Uno es su clase social, sus miedos y sus valentías. Por eso, también eres la ficha del equipo de futbol donde jugaste un par de años. Tu sueldo y tu cuenta corriente... aunque no los tengas, o confieces no tenerlos. Tus peleas y tus luchas.

Si, uno es, también, lo que estudia, lo que no logra estudiar, lo que dice que estudia y no ha estudiado nunca, lo que estudiastes y nunca confesarás haber estudiado. Uno es sus trabajos, los remunerados y los que la vida te estafó. Tu teoría y tu práctica.

Uno es los ojos de la novia de la escuela, las risotadas de los amigotes de adolescencia y los gestos de las compañeras y compañeros antipáticos del primer trabajo. Uno es lo que no le cuentas al espejo y lo que todo el mundo acabó sabiendo de ti sin que pudieras evitarlo.

Uno es de carne y hueso. Tus dolencias. Tus hambres o tus ganas de comer. Te enamoras y te separas de tu amor y eres las dos veces o las treinta... Crías cuervos, hijos, poemas y frustraciones. Y te dices que eso es lo que más eres.

Haces y por tanto eres. Piensas y por tanto eres (ya saben que los cartesianos en algún momento tenemos que pasar por aquí).

¿Qué digo cuando digo quién soy?

Digo ser lo que alcanza mi nariz o mi miopía o mis luces. Si lo digo, lo digo sin complejos. Quizás lo diga para impresionar, para dar pena o para marcar territorios o para dar un palmadita cariñosa o para engañarme a mi mismo. Tendré razones peregrinas o fundamentales, falsas o sinceras.

No tengo complejos.

Quizás a quien le digo ser lo que soy, no le interesa ni lo que soy, ni lo que digo ser. Supongo que, como hacemos los humanos, sólo intenta encontrar al otro que le gustaría encontrar pero que, irremediablemente, no soy yo. Si realmente le interesa, tendrá que tomar lo que digo ser y decidir si lo soy. ¡Hay que tener mucha suerte para conseguirlo!

Me gusta este juego de azar. Es el gran afán de la vida en común.

¿Complejillos? No, gracias.