jueves, 7 de mayo de 2009

Cerebros



El cerébro de uno (como diría un paisano) es como un personaje con su propia vida. Está en algun lugar por encima de mis cejas y me habla en muchas ocasiones cual personaje. Es la sensación de pensar yo al margen de mi cerébro. Paradojas. A veces tienes ganas de preguntar: ¿Hay alguien ahí (dentro)? Pero temes oir la respuesta: Eh... si. ¿Quieres algo?

Se me ocurren muchas manera de reconocerme en mis pesamientos, incluida la primaria reacción de mirarme en un espejo. Descubrimos que el téjido blando no se ve desde aquí afuera. Y te quedas con la duda, de nuevo, sobre la (propia) existencia arriba-adentro de algún inquilino más o menos moroso.

Sé que esta íntimidad da para una visita al médico especialista... pero la gripe, los dolores de espalda, la tensión o el colesterol siempre aparecen como algo mucho más urgente que sensaciones tan psicóticas como las descritas antes.

Además, parece ser un tipo sensato y no suele quejarse de mis tonterías.

El cerebro más antiguo del mundo