domingo, 15 de mayo de 2011

Un ¿re?encuentro con Celenia Mercedes Arreaza


¿Qué pasaría si te hubiera reencontrado?
Esto es una búsqueda, una llamada, un reclamo, una nota puesta en las puertas del mundo.

Te diría.
Quizás no me recuerdes. Sería lo propio. Seguramente mi rostro no sea capaz de atravesar la niebla densa del tiempo y me hayas olvidado. Sería lo más normal. Pero un día compartimos un trozo de biografía. Éramos muy jóvenes. Yo un mozalbete imberbe que te iba a buscar a tu casa. Y paseábamos por las plazas de mi ciudad natal, mientras tú eras una sorpresa con insólito y dulce acento.
Me recuerdo lánguido y torpe pero, seguramente, sería fútil y sumiso como un niño. Te recuerdo vibrante y segura pero, seguramente, serías tierna y dominante como una adolescente. Compartíamos pupitres, confidencias, versos e inútiles secretos. Borrosos recuerdos de los primeros años de juventud. Más inocencia y anhelos que deseos.

Dicen que la distancia es olvido. Pero yo no concibo esa razón.
No sé que recordarías tú si me pusiera ante ti ahora. No sé si recordarías mi nombre. No te guardo ni una foto que objetive mi memoria. Trato de enfocar imágenes desvaídas. Pero ahora necesito gafas también para mis ojos.
Recuerdo claramente que éramos buenos amigos. Eso es para mi certeza. La verdad es poderosa. Supondremos que esa amistad es una fuerza. Una energía que logra cruzar en medio de la opacidad del tiempo y la distancia. Quizás, así, descifres este mensaje.

Me doy cuenta de las dificultades.
Ya de aquellos jovencitos no seremos sino vagas sombras. No nos habremos convertido en lo que entonces pudimos fantasear sobre nuestros futuros. Cosas de la vida. Nos habremos convertido en seres que entonces no hubiésemos ni imaginado. Cosas del tiempo. Quizás ya no tengamos nada que compartir. Cosas del destino.
Claro, yo no creeré en las mismas cosas que antes. Y yo ya no sé en lo que tú crees. Pero hoy, yo si voy a creer en la suerte, en el azar. Pues, para mi sorpresa, encontré tu nombre sobre un libro de poemas. Parece que la vida, el tiempo o el destino se empeñan en dejarnos compartir algo, a pesar de la geografía, los océanos y los calendarios. Quizás.

¿Me encontraré entre tus versos?
Leo un poema:

La distancia


La distancia extiende sus brazos al abismo.
Revuelve los recuerdos con añoranza.
Trepa por las paredes de las faltas
en un trayecto que luce interminable.
La distancia conoce soledades
y toma el tiempo suficiente para descifrarse.

LX Poemas de arena y Ecos de una sombra

Te busco en el distante horizonte.


Debo seguir siendo un iluso, a pesar de tiempo.
Quizás me lo esté inventando todo y no seas aquel recuerdo. Quizás sean coincidencias y la genética humana que encaja, deforma y adopta la memoria a las formas que nos permiten sobrevivir. Unir puntos inconexos en una línea ilusa.
Quizás esto sólo sea una fantasía que me he creado para imaginar volver a quedar con Celenia en la plaza de los patos o en los escalones de correos. Quizás debería escribir un libro de poemas (de arena y sombras) sobre aquello que hoy encontré en un libro de poemas. Quizás esta búsqueda termine aquí  vana y nadie vuelva su rostro a mi llamada, ni conteste a mi reclamo. Y esta nota (que coloco en las puertas del mundo) acabe, ajada, cayendo al suelo. Olvidada una vez más.